domingo, 11 de diciembre de 2011

II MARATÓN CIUDAD DE MÁLAGA










El día 6 de Diciembre, día de la Constitución, nos desplazamos cuatro atletas de Bailén para disputar la II Maratón ciudad de Málaga. Luís Pérez, Eusebio Fernández, Juan Merino y Enrique Teruel.

Considero que para un ciudad como Málaga y las pocas maratones que existen en Andalucía, la afluencia de atletas fue bastante escasa, algo mas de 700. Quizá haya influido en la baja participación el excesivo precio, 40 euros, que el puente no haya sido puente para casi nadie, el propio Luís después de la prueba tuvo que trabajar, la poca tradición de la prueba y la dureza de la misma.

En cuanto a la organización, el número de avituallamientos y personal muy bien. Abundante agua, bebida isotónica y fruta. Personal en bicicleta y patinando y mucha policía. He de decir como pega que no había servicios públicos.

La carrera se celebró bajo unas condiciones de temperatura estupendas, aunque el viento en algunos tramos fue fuerte. Salimos a un ritmo cómodo y poco a poco   Juan Merino y yo (Enrique) nos fuimos despegando de Luís y Eusebio, que optaron por una carrera mas conservadora. En el kilómetro 9 empecé a tener algunos problemas intestinales, en el kilómetro 15 los muslos se me  hincharon,  me empezaron a rozar y llegaron a sangrar, en cada zancada me daba la impresión que me pasaban una cuchilla de afeitar. La media maratón la pasamos Juan y yo en 1h 47 min. En el kilómetro 23 de nuevo vuelvo a tener molestias intestinales, ahí Juan Merino se distancia de mí y exclamo ¡que tío!.  Hasta el kilómetro 30 no hay novedad y a partir de este kilómetroempiezo a sufrir, no tengo ganas ni de mirar el reloj, voy metro a metro con un dolor espantoso de piernas y de muslos, me duelen hasta las orejas , pienso que no llego que es muy duro. En este momento hago una reflexión y creo que es mas duro la lucha mental por no parar que el dolor de de piernas, voy enfadado con todo y todos, no me conozco y me acuerdo de una frase del último libro que leí unos días antes, “El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”,(De qué hablo cuando hablo de correr; Haruki Murakami) , cuanta razón tiene, no me esperaba que fuera tan duro. Cuando llego al kilómetro 33 noto que no me noto las piernas, ufff esto está jodido, ya veremos a ver que pasa a partir de aquí. Me acerco a tres atletas y me llama la atención que dos de ellos corren sobrados y van animando al tercero, empiezo a sacar conclusiones sin sentido pero decido no adelantarlos y entretenerme con lo que van hablando, cosas triviales. Cuando paso el kilómetro 36 por arte de magia me vuelven las fuerzas, pienso el grifo se ha vuelto a abrir, por lo que decido acelerar el paso.
                                                                                                                        
En el kilómetro 38  me encuentro a Juan Merino que tira como puede, como todos,  cuando llego al 39 ya pienso que puedo terminarla y los males mentales desaparecen, es entonces cuando escucho una voz llamándome por mi nombre y animándome, mi esposa con su hermano, me embarga la emoción y se me saltan algunas lágrimas, me vienen muchos recuerdos. Entro al estadio y lo primero en lo que pienso es: “¿Cuándo me veré en otra?”. Cuando cruzo la meta de nuevo me emociono como un niño. Ahora pienso que es normal, después de tanto dolor, con problemas intestinales y con los muslos sangrando, verme pasando la línea de meta.
                      
Me quedo en la hierba del estadio esperando que lleguen los tres valientes. Veo a Juan Merino, y al ratito entran Luís y Eusebio. Objetivo cumplido. HA MERECIDO LA PENA, YA SOMOS MARATONIANOS.


MUCHAS GRACIAS ENRIQUE POR TU BONITA CRÓNICA QUE COMPARTES CON TODOS NOSOTROS.

2 comentarios:

  1. Enrique grande como atleta,pero mas grande como persona.No había leído tu crónica pero se lo que es pasarlo mal,y de ese mal rato se aprende mucho,como te dije recupérate y nos vemos en Sevilla.Animo CAMPEON.

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  2. Ya era hora que alguien se dignase a comentar la gran crónica de nuestro compañero Enrique, y es que ya estaba dispuesto a regañar el que por unas causas u otras no alabemos las cosas bien hechas. A todos nos gusta que nos reconozcan, es una forma de motivar y por lo tanto de mejorar...

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